miércoles, 12 de enero de 2011

Jai Definishon

Supongamos que vemos la vida por medio de una televisión de alta definición.
Partamos del canal 2, teniendo en cuenta que el Nº 1 no suele existir. Aquí nos encontraremos con un grupo de personas vestidas de traje que relatan novedades de la vida urbana sentados en un escritorio; una de esas noticias es mostrada en forma de video y relata la furtiva odisea de un grupo de señores y señoras de casco y garrote que amablemente le piden el desalojo de una plaza, en la que están de modo no-autorizado-por-el-Estado, a un grupo de conocidos suyos nacidos en el enigmático país del Perú, celebrando la diversidad cultural a carcajadas.
Como no tolero ver personas de un país vecino tratando de buscar una oportunidad laboral en nuestro país y no consiguiendo eso quedando como "okupas nacionales", tomo el dispositivo electrónico que sirve para modificar reversiblemente las imágenes del interior del televisor hasta que me ubico en el canal 4. Veo en este caso una empalagosa imágen de una pareja de aspecto caribeño/mexicano con llantos y abrazos pasionales por parte de la dama y una erguida posición altamente varonil por parte del señor. Me emociono, retengo mis lágrimas para no mostrarme débil frente a mis amigos y cambio de canal.
El siguiente canal que aparece es el 33 porque por el nerviosismo que me dejó la ópera de jabón apreté dos veces el número 3. Veo una patrulla policial altamente arreglada, a mucha velocidad en una calle angosta y oscura, persiguiendo a dos personas de color (negro y verde, respectivamente). Me asusto por los ruidos ensordecedores de esta falsa música de fondo en la persecusión y cambio.
Aprieto sin mirar y caigo en el canal 25, donde se muestra un deporte que consiste en patear una pelota desde el centro de la cancha hasta la parte inferior del poste travesaño rival con el fin de convertir un "gol" que según se dice es el canal de más rating y más personas aficionadas del país. Haciendo unas llamadas averigüé que el partido en cuestión era muy importante: Aldosivi - Tristán Suarez. Altamente emocionante.
Como no entiendo muy bien la dinámica de aquel juego que jugué tantos años de mi vida, me dispongo a apretar el número 06. Veo un grupo de actores conocidos vestidos como en otras series anteriormente vistas, haciendo roles tan complejos y diversos que casi (casi) no los llego a reconocer; ni a Soledad Silveira, ni a Raúl Taibo, ni a Arnaldo André, ni a Adrián Suar, ni a muchos otros chicos un poco más grandes que yo muy galantes.
Cambio, un poco desesperado ya de tanta clonitud presente y paso por el fascinante canal 10. Me asombro de ver un castillo de cristal, en el que adentro se encuentra un bosque encantado con muchos niños de raza aria marchando muy bien vestidos y entonando cánticos de amor, paz, fantasía y fanatismo por la Carismática Modernidad. Guau, me encantaría tener entre 4 y 25 años para poder ser parte de ese público que aprecia y repite ese programa.
Salgo de ahí y vuelo hacia el canal 40. Lindo número... y linda programación. Se puede ver cuatro individuos de colores chillones bailando muy histriónicamente con un cartel que dice "PELIGRO: PROGRAMA INFANTIL" y desnudando todo su repertorio musical en favor de la cultura y la delicadeza musical. Se puede notar que una de esas cosas que bailan es una mujer por el corset y la pollera de 15 cm que trae, pero no es para preocuparse, total, los chicos no se dan cuenta de lo que pasa a su alrededor.
Curioso por saber qué me ofrecen otros canales, paso hacia el 53. Este canal denota mucha historia musical y muestra a una nena de 13 años, con sus dos padres con cara de bulldog atrás, bailando con una sonrisa al mejor estilo "Black Hole Sun", una botella de vodka a medio tomar en la mano y meneando su parte trasera y sus partes privadas a la audiencia. ¡BASTA! le grito al televisor para darme cuenta que...le estaba gritando a la tele.
Cambié. Ya estoy recontra podrido; quiero escuchar música en serio. Pongo el 57 que pocas veces me decepcionó. Me encuentro con la misma melodía de la muchacha del canal anterior pero con otra letra, sorprendentemente parecida. ¡Caramba, el mundo en que vivimos no me ofrece demasiada variedad que digamos!
Me tranquilizo y veo el canal 68. "1001 maneras de morir mirando la televisión" se titula el programa. Eeh...mejor cambio.
Por el 62 veo una lluvia de dólares sobre un niño de raza negra, totalmente desnudo, en una zona totalmente desierta, mientras que un público totalmente degenerado aplaude desmedidamente aquel hecho.
Paso para el 29 y me maravillo con la imágen de una maestra que está enseñando con mucha ternura, educación y didáctica a un grupo de alumnos que están temblando; no sabría distinguir si es por miedo a algo o por frío, pero uno termina desplomándose frente a su pupitre. La profesora, de guardapolvo, pasa frente a él con cara de preocupación, se lleva la mano al mentón y le da un ligero golpe con un palo largo afilado; este movimiento despierta de un salto al pequeño muchacho, el cual se ve que se toma con fuerza primero el brazo izquierdo y luego la parte izquierda del plexo solar y cae para atrás con la mirada en blanco, totalmente nublada. La maestra le grita sin que el niño pueda responder, por culpa de cuatro cuervos que lo empiezan a picotear y morder por doquier. La profesional lo patea y ahí es cuando me dispongo a cambiar de canal, ya llorando.
Con la mano tapándome los ojos aprieto el canal 831 y escucho a Marcos Mundstock, y una pieza de Mozart de fondo, diciendo: "y así terminan los 3 minutos destinados al canal cultural, lamentablemente por falta de rating esta fue la última emisión. Les agradecem...". Se cortó repentinamente.
Apago el televisor porque sin darme cuenta ya me pasé 5 horas de mi vida en bavia. Trato de ir a buscar la vieja radio del abuelo que siempre funcionó, pero recordé que la vendí para poder comprarme este hermoso adefecio de última generación.
Así termino mi odisea junto a mi fiel amigo a pilas. FIN

Volví a escribir después de mucho tiempo, lejos de mi patria y de mi corazón. Aún así puedo escribir estas pocas líneas para poner un soplido de mi propia verdad y mi mirada sobre la realidad. La solución no está en apagar la televisión, sino en apagar el televisor (bendito seas Bob Patiño) y cambiar la programación a nuestro gusto. No existe cableoperador que nos diga qué debemos y qué NO debemos ver, ni cómo; nosotros lo elegimos asi como también elegimos nuestros propios caminos en la vida.
Esta fue la entrada número 50 de mi blog, gracias a aquellos que me apoyan en la vida diaria y me impulsan a salir adelante. Y gracias a los imberves imbéciles que adoran criticarme injustificadamente (ignorenme, muchachos, sino van a seguir permitiendo que escriba más y más :P).
Me tomé mi tiempo porque no es fácil pasar a escritura las ideas que revuelan mi cabeza día y noche. Tampoco tengo tantas oportunidades para sentarme dos horas a redactar esto.
Creo que si tuviera que dedicar esta y sólo esta entrada sería a la memoria de una luchadora, escritora y compositora infantil INCREÍBLE. María Elena Walsh, gracias. Te lo digo desde mi rol de docente como mi rol de artista. Gracias por todo lo que le dejaste a la cultura PARA SIEMPRE. Durante toda mi vida me voy a dedicar a promover tus canciones entre mis hijos, alumnos y fans para que se queden pegados a los oídos y al inconsciente de los que alguna vez te escuchamos cantar y te repetimos durante años.
Para el resto de la humanidad que me da fuerzas, los quiero a todos, cada uno sabe cuánto vale para mi.
Paz, Amor, Libertad Cultural, Comprensión y Valor para llevar adelante los Sueños es lo que les deseo a todos los que están a mi lado.
Saludos y buen año y buena vida para todos. Hasta la próxima entrada, ABEL