Apenas piso de nuevo Buenos Aires me doy cuenta de por qué me fui la última vez: es increíble cómo los eventos desafortunados y maltrechos me acechan en esta ciudad.
Esperaba rendir un examen, que me daría una certificación internacional en el Roller Derby, pero evidentemente el Derby porteño tiene otros temas más importantes en mente, aparte de haberse olvidado, casi en su totalidad, de mí (no l@s obligo a nada, pero noto la centralización que hay en esta ciudad desde la Batalla de Pavón).
Siento la bronca de mi vieja cuando me cuenta que se le rompió el celular.
La falta de afecto de una ciudad de tres millones de desconocid@s.
Y la MANSA humedad no-ayuda en nada.
De a poco llené mi agenda de acá a una semana, como suelo hacer siempre que llego. Eso me entusiasma porque siempre tengo cosas para hacer y personas que visitar, que veo cada tanto y me alegro que sigan creyendo en mi amistad como el primer día. Y que sigan creciendo, siguiendo el camino que mejor creen, y a pesar de la tristeza económica y social que se ve y avecina en el país.
Ya voy construyendo, producto de la casualidad o de la buena fortuna que me guía, mi futuro en el centro capitalino mendocino, donde estaré escribiendo las lineas de mi ruta en este 2016.
Dejé atrás casi un año recorriendo muchas ciudades importantes de la Patagonia, con un clima frío, pero en su mayoría gente de la mejor calidad que se pudiera encontrar. Algunos paisajes muy bellos, otros un poco aburridos, pero historias ocultas por doquier, con ganas de ser descubiertas y contadas. Agradezco a tod@s aquell@s que conocí y que me enseñaron orgullosamente sobre cómo es vivir en cada lugar: desde la buena actitud que se tiene en Neuquén y lo maravilloso que es el IUPA hasta historias sobre la Guerra de Malvinas en Río Grande o lo poco accesible que es para algunas bandas llegar en buen estado a Río Gallegos.
Conocí sobre mucha política y much@s polític@s que siempre se cagaron en el pueblo y me hacen reafirmarme en mi critica constante a la democracia.
Conocí sobre personas sumamente humildes que lo dan todo por ayudar a aquella persona que lo necesita y sobre personas de buena situación económica aisladas del mundo, que sienten que está lejos o se escapa la persona que podría escucharlas.
Soy muy afortunado de haber viajado tanto en un año tan lleno de emociones y de personas tan agradables. [Sí, ya sé que no todas son tan bellas, pero en su mayoría son muy cálidas, a pesar del clima áspero donde viven.]
Vuelvo a Buenos Aires y veo que no cambió nada: la gente sigue igual de malhumorada o se enferma porque sí; sigue pareciendo para algunas personas el centro del Universo; siguen destruyendo lo que yo conocía como ciudad o "plazas"; me parece cada vez un lugar más extraño al que yo veía a diario y donde me crié.
Ahora mi brújula apunta hacia el Oeste-Noroeste del mapa, donde sé que soy bienvenido porque las personas de ahí me demostraron siempre amabilidad y calidez humana. No, no sé qué me espera, pero sé que va a ser genial.
(La infortuna de sentirse incompleto:)
Antes de irme a seguir desarrollando mi vida, no puedo dejar de hablar de un cierto sentimiento que sigue ahí latente, como un virus positivo que me va invadiendo poco a poco y no me deja estar tranquilo.
Me cuesta vivir sin preocuparme por alguien, eso me hace bien, y con esta persona disfruto de tener ese código tan personal e íntimo, aunque sea a la distancia de una fría computadora.
Ni necesitamos mirarnos para comprender en profundidad el pensamiento del/la otr@.
Podríamos estar distanciad@s como Julia y Winston o como Humbert y Dolores, pero ese virus inexplicable seguirá ahí. Para que lo admiremos. Para que lo tengamos siempre presente. O simplemente para completar el rompecabezas de nuestras vidas con afecto.
Vernos después de 22 meses va a desatar algo que puede traducirse como una colisión de astros, o como una alineación de planetas, dependiendo cómo se mire. Pero ni los más dedicad@s astrónom@s podrian predecir lo que va a pasar: serán algunas horas de maravillosa poesía encarnada en las miradas de l@s dos. Gracias por estar ahí y seguir queriéndome a pesar de todo. Ya nos llegará el momento, cuando estemos en igualdad de condiciones.