viernes, 22 de abril de 2016

Home, Sweet Home

¿Ya estamos a 22 de Abril? Pucha que el tiempo pasa sin que te dés cuenta.

Colgué durante un tiempo porque estuve metido con muchos proyectos, mucha vida nocturna tmb (jeje) y recién ahora puedo decir que estoy un poco organizado (cosa que va a cambiar en un par de semanas... así no me aburro xD).
Por fin pude sacar a la luz el Idea.me de P-P-P-POWER CARD, para mi gran regocijo y para demostrarme a mí mismo que todo lo que me propongo lo puedo lograr. Sólo falta que la gente ponga la guita para eso :P. Acá va el link: http://www.idea.me/projects/40911/_?secret=004064611b69aedc530c40a91108fc86914016a5.

Volvamos al tema principal. Esta entrada la tenía pensada desde los primeros días del mes, pero no encontré el momento para escribirla.
¿A qué se debe? Por un par de cambios que están sucediendo en mi vida referentes a mi "casa" u "hogar".

En primer lugar debo decir que por primera vez en mi vida me pude mudar a un departamento para vivir yo solo. Lo veo como un regalo del Universo (?) por haber vivido con distintas personas tan indeseables y/o insoportables en los últimos dos años y cuatro meses de viaje. Por fin tengo un lugar para poder hacer lo que quiera y a la hora que quiera sin que nadie me diga nada. Nadie que me hable a la mañana (cosa que detesto); nadie que me pregunta por qué hago tanto ruido cuando como; nadie que me pregunta a qué hora vuelvo o con quién salgo o por qué; nadie que se me queja porque me baño a las 2 de la mañana; nadie que me dice lo que tengo que hacer.
En este viaje me decidí a ser libre y acá, en este pequeño monoambiente cerca del puente de Dorrego, en Guaymallén, les aseguro que estoy muy cerca de sentir eso. Sí, no es perfecto y no tiene graaaaan espacio, pero para lo que necesito está bien. Tengo horno y una hornalla que andan, una heladera, estantes para poner la comida, una bacha de cocina, una ducha, un inodoro y una bacha de baño. Si sumamos la cama podemos decir que es ideal, porque me ha tocado vivir en otros lugares con mucho menos, y compartiendo ambientes con personas bastante desagradable... o poco higiénicas. El resto de las cosas me las voy consiguiendo a mi manera: me prestaron cubiertos, ollas, platos y una almohada; tengo una mesa y una sillas en trámite que me las tienen que pintar en la escuela donde trabajo; estoy por colgar estantes para poner la ropa y un par de libros; y ya está, no hace falta nada más.
Lo mejor de todo es que puedo invitar a quien quiera a hacer lo que queramos acá, sin que nadie me rompa las pelotas y sin que nadie pregunte nada.

Sí, estoy muy contento y me alegro que de poder vivir mis próximos ocho meses así, relajado en mi propia guarida.
[Dato curioso: (no sabía si poner esto, pero bueno, es mi blog y puedo poner lo que quiera:) mi vieja me hizo el comentario el otro día, burlándose de mí, diciendo que parecía que de chico tenía muchas ganas de venirme a vivir para acá, dado la cantidad de Alfajores Guaymallén que comía en todos los recreos de mi infancia. Eso. Es medio estúpido, pero tenía ganas de decirlo.]


A 1050 km de distancia, donde se encuentra toda mi familia y mis amig@s más antigu@s, también están sucediendo cosas relacionadas al título de esta entrada: desde el 10 de Marzo de este año, se iniciaron los trámites de venta de la casa donde me crié, dando lugar a un cierre en una etapa de la vida de mi familia, de 25 AÑOS. Sí, un cuarto de siglo estuvo ese departamento en la familia y la usamos y gastamos hasta que no dio más.
Tanto mi hermano (él tenía 8 cuando entramos por primera vez y se fue a los 27) como yo (me mudé ahí cuando tenía 1 año y medio y me fui cuando tenía 23, viviendo esporádicamente hasta el año pasado) disfrutamos muchísimo de la crianza en la casa de Cramer. Aquel departamento de tres ambientes con patio que nos vio crecer, pintar las paredes, romper las plantas jugando al futbol, y otras delicias de la vida juvenil, nos proporcionó el mejor lugar donde una familia de cuatro podía llegar a vivir.
Son incontables la cantidad de fiestas que hicimos en la casa, usándola al menos una vez por año para los cumpleaños de c/u; reuniones familiares; festejos varios; partidos de TEG, Burako, Truco, Monopoly, Othello, o para invitar gente a pasar el día.

Es inevitable sentir mucha nostalgia de cuando nos sentábamos a comer en la mesa de la cocina con el teléfono a disco y el televisor viejo sin control remoto que mi papá obligaba a apagar cuando se cenaba.
O recordar estar jugando al Yoshi´s Island en la compu en el living mientras mi vieja estudiaba con amigas para la facultad y después iba a preparar la comida toda enchastrada de diferentes tintas.
También encerrarme en la pieza de Uri a ver tele con él o jugar con una pelota haciendo lo posible porque no me lastimara.

Tenía mi pieza para mí solo, aunque chiquita, era mi espacio. Me parece adecuado contar la anécdota que inició esta etapa: mi familia me cuenta que cuando entré por primera vez, pasé por la puerta y me fui corriendo a la que después sería mi pieza. En ese lugar estaba una nena haciendo la tarea y yo me le puse a hablarle. De alguna manera sabía que esa habitación era mía y que formaría parte de mi vida durante muchos años, siendo habitada para quedarse metida en mi interior para siempre como un recuerdo precioso que espero no borrar nunca.
Y pensar que lo primero que trajeron ahí fue mi cuna y después el escritorio que era de mi vieja. Fue este mismo espacio que Belén empezó escrachando en la pared cuando teníamos 15 años y terminó siendo más parecida a "El Resplandor" que a una pieza común.
Ese lugar donde comenzó mi vida sexual de tantas maneras distintas, donde me regocijé tanto con tantas chicas, que dejaron su encanto de mujer para que yo pudiera dormir tranquilo por las noches, con o sin ellas.

Definitivamente, tuve una infancia muy afortunada, rodeada de amor y cariño por parte de toda mi familia. Y la casa de Cramer fue testigo de eso.
Sé que es difícil desprenderse de algo tan fuerte que nos acompañó durante tanto tiempo, pero es necesario para seguir con la vida: ya las generaciones siguientes verán las filmaciones que hicimos mi abuelo y yo en la casa y sentirán la alegría que se vivió siempre allí.


Me alegra que se pueda seguir adelante, porque eso habla muy bien de l@s cuatro. (Que hubo peleas, las hubo, porque somos humanos, pero ese era nuestro refugio, teníamos dónde poder expresar lo que sentíamos y guardar todo lo que necesitábamos para poder vivir bien y cómod@s.)

Podría hablar durante toda la vida de cómo era vivir ahí, pero tengo que seguir haciendo muchas cosas más.
Anhelo tanta paz y armonía en el hogar para mis hij@s y l@s de Uri en el futuro. Y también para mis padres en sus respectivos hogares, por qué no.
Y fuerza má, que ya se termina de vender y te vas a dar cuenta la tranquilidad que te va a generar.