Qué difícil que es volver a escribir después de tanto tiempo. Es una presión muy grande la que despliegan y demuestran estas palabras. Soy un referente en muchas cuestiones anónimas y eso me deja en una posición en la cual lo que digo puede ser una influencia (positiva o negativa) para muchas personas, aunque yo no las vea.
Critico la idea de serme fiel en un pensamiento que tuve hace dos meses, teniendo en cuenta la cantidad de cambios que se suscitan en el medio. Dije que iba a hablar de Mendoza y, lamentablemente, no voy a poder hacerlo del todo, ya que lo siento en estos momentos como un peso que ahora no quiero tener. Tal vez cuando esté un poco más tranquilo redondee este tema, pero por ahora no va a ser posible.
Siento la urgente necesidad de criticar el mundo que me rodea, pero a la vez de plantear preguntas para una mejoría global a futuro, lo cual dudo que vaya a ver en vida. Lo que digo es escuchado por unas pocas personas, pero espero que en el futuro forme parte de la documentación escrita de mi generación (no la más relevante, pero al menos que se escuche mi voz en las escuelas y los lugares de formación antropológica).
¿De qué voy a hablar hoy? No lo sé totalmente, pero tengo las palabras de Bauman presentes todo el tiempo viendo cómo este mundo se licúa cada vez más y se extingue lo que fue antes, para no volver a ser mañana.
Las teorías y los fundamentos irremediables son puestos en duda, no se puede seguir más con lo que se pensaba hace diez años. Esta sociedad explicita la falta de verdad (de verbo-Dios) y las nuevas hipótesis sobre lo que podrá ser de lo que es y no fue nunca. Pero nunca.
Veo mientras tanto cómo el perro se persigue la cola furiosamente, con rabia, esperando no morir en su frenesí, pero que se termina mordiendo para quedar atrapado, dando giros sobre sí eternamente, espiraladamente. no como la serpiente que queda eternizada sino como aquello que no buscaba que suceda eso, pero que sucumbe bajo su propio peso. Se equivoca y cae. No se da cuenta de su error y sufre. Evita dormir para siempre estirando la agonía.
Es estremecedor vivir en este momento de la historia, que no será recordado como "la década de..." sino como "el paso que dio origen a...". No va a ser fácil el cambio, pero va a ser muy radical, no pudiendo ser aceptadas las personas nacidas antes de tal fecha. Parece un poco exagerado lo que digo, pero lamento que seamos la generación bisagra del mundo venidero, donde la intolerancia va a ser condenada y apreciada.
Ese es el mayor problema, no los cambios en las reglas del juego, sino que sólo sean aceptad@s jugador@s de X contexto socio-histórico cultural. ¿Tu generación no me acepta? No podés jugar. ¿Vos fuiste parte del movimiento que dio lugar a esto que me hace mal? Chau. ¿Sos el mal personificado según los parámetros aprendidos por mí? Olvidate de la existencia en mi vida.
Hoy en día todo es controlado, puesto en duda, cuestionado fervientemente y provocado hasta que no se sabe si lo que era real era realmente real o si era sólo una suposición subjetiva que terminó generando una mala interpretación absurda.
No nos domina más (solo) la cultura estadounidense, porque se ve una grandísima influencia del ideal de éxito futbolero europeo en nuestr@s cuidad@s, como así también del dominio de la música y personalidad estructurada oriental, chocando de frente contra la forma de vivir de cada sitio occidental.
Hablamos mucho de la diversidad, de la inclusión, de que si hacemos esto o aquello tal grupo va a estar visibilizado, pero somos una manga de hipócritas, racistas y cieg@s.
No nos vemos a los ojos, no comprendemos el valor de un alma humana, no conocemos de empatía ni de un mínimo sentido de coordialidad o compañerismo; salvo, claro está, cuando se nos es exigido a la fuerza.
Enseñamos sobre valores irrisorios a una generación que nos va a levantar el pulgar o ignorar, tal como si fueran leones hambrientos de cariño.
Eso nos falta entender, que no preparamos el terreno para algo conocido o para sembrar una semilla conocida: somos l@s hij@s de las semillas transgénicas, creadas artificialmente, con mucho cuidado para que no se le peguen las plagas, con jardiner@s sobreprotector@s sobre las nuevas fuentes de nutrición que puedan aparecer, donde lo extraño es erradicado, sin entender que así se creó el mundo.
Si ese fitoplankton no hubiera pensado en desarrollar mejor su habilidad en ... , yo no estaría acá contando esta historia, ni vos estarías allá del otro lado leyéndome sin entender qué quise decir hoy.
No es posteo, es katharsis. Agradecido por tener el tiempo de escribirlo, y por tener gente que me apoya sin importar las locuras que haga.
Soy parte del mensaje del futuro, pero pago con el camino errado que me marcó la generación pasada, la primera que se puso de acuerdo para romper todo. A cuestas de la vida de gran parte de sus coetáre@s contemporáne@s o de su pensamiento lobotomizado. Y es cuestión de esperar a que los dinosaurios desaparezcan, que se extingan sus cuerpos y bebamos su petróleo para poder funcionar.
Somos lo que va a venir. Preparémonos con la creatividad que podemos tener sanamente.
No nos matemos ni le seamos eternamente leales a nada. Porque nada se sabe en realidad. Mañana puede ser el último día, como lo dijo el de Aberdeen, el de Caracas y la de Caprisca. Carpe Diem.