Es muy fácil hablar de una realidad que nunca se vivió. Desprestigiar un grupo humano que se desconoce y comentar suposiciones irreverentes sobre lo sencillo que es oponerse a una vida de lujos para sembrar el caos, tergiversando la lucha de múltiples colectivos que dedican sus energías para hacer de este un mundo mejor.
Porque podríamos sentarnos durante horas para hablar de los secretos de la "osada" decisión de Meghan Markle y el (ex) Príncipe Harry mientras nos tomamos un martini en la terraza de nuestra mansión de Diagonal Mar. O criticar lo salvajes que pueden ser los trumpistas o las consecuencias del socialismo en América Latina cuando encargamos la Play 5 para nuestros hijos por Amazon antes de ir a comprar un nuevo atuendo en oferta a Zara.
Si nunca se dio la otra mejilla, si no se sabe sentir empatía y arriesgarlo todo para que otra persona tenga un mejor futuro (o al menos tenga uno), hablar de lo que significa ser Antisistema es una farsa. Criarse en cuna de oro, bañarse en champagne y decir que el agua está cara no parece tener mucho sentido. Quejarse de que pintaron una pared cuando la gente duerme en la calle tampoco. El principio no negociable debería ser la coherencia. No creo que sea válido subestimar el poder de la unidad de las personas, del cooperativismo y la acción directa.
Ser antisistema no es quedarte viendo la guerra por televisión o chitón porque se tiene una mascarilla puesta; eso es ser un conformista, un vulgar engranaje de la rueda que puede ser reemplazado por otro en cualquier momento por decir algo que no gusta a los de arriba. Ser antisistema es sentir pasión por las personas que te rodean, tener sangre bombeando por las venas. Saber que tu cambio, aunque sea mínimo, ayudará a que la opresión que sienten otras no sea tan grande e incluso puede salvarles la vida sin que te des cuenta.
Ser anticapitalista no es solo romper cajeros automáticos (la cara más visible de la lucha), sino también promover el trabajo local, ayudar a que tu vecino no se quede sin curro porque los desalmados dueños de centros comerciales decidieron que ese sitio era el ideal para hacer más dinero. Ser anticapitalista no es solo destruir los cristales de los negocios de moda (que por cierto, suele ser la Secreta la que comienza con ese ataque) sino hacer un llamado de atención porque por consecuencia de tu ahorro de un par de Euros, existen Rana Plaza y otras masacres silenciadas en países que ni siquiera sabes ubicar en el mapa.
Me parece vergonzoso que una persona que dice tener un "poder sin responsabilidad" se dedique a escupir en la cara a la lucha de individuos que sí sacrificamos nuestros cuerpos o nuestro tiempo para que el Poder se haga responsable de sus acciones. Porque quedarse de brazos cruzados mientras otros pierden la vida es una hipocresía y una falta de solidaridad que asusta. Sobre todo viniendo de una posición donde sí se puede hacer algo para transformar la realidad, como quedó demostrado en el pasado. Lo único que necesitas es romper el molde que te tratan de encajar, quitarte las etiquetas que te pusieron toda la vida y ver por afuera de la caverna, que esas sombras te estuvieron mintiendo todo este tiempo.
Voy a espejar aquello que leí y proponer tres consejos que cada cual puede tener en cuenta si se le canta, ya que no hay Dios o líder supremo exigiendo seguir un rumbo específico:
-Aprender a tener una mirada crítica sobre la realidad. Puede ser que en este momento de tu vida hayas descubierto que lo que te contaron era un rumor o una falacia y que lo que sucedía era mucho más profundo, más crudo de lo que podías ver a simple vista. Entonces lo siguiente es preguntarse por qué sucedió así y qué pasa si tiras del hilo a través de ese laberinto, sin miedo a toparte con lo que pueda aparecer. Quizás, con un poco de suerte, desenredes un nudo que se creía eterno y encuentres a alguien que te necesita del otro lado.
-Escuchar a la Madre Naturaleza. Es fácil. Vamos, te enseño a hacerlo. Existe un mundo gigante en el Sistema Solar que se llama "Planeta Tierra" y tiene un Medio Ambiente porque la negligencia de su especie dominante acabó con la mitad. Ya estamos en la cuenta regresiva del dolor de la Pachamama, que se va extinguiendo a cada paso que da la Humanidad porque destruir nuestro hábitat bajo las órdenes del Capitalismo es más sencillo que comprender nuestros errores y frenar este ciclo sin fin para comenzar desde la tierra que nos vio nacer. A diferencia del resto de los mundos, este globo late porque tiene vida pulsando todo el tiempo. No basta con entender eso, sino también hacer algo para cuidarlo. Consumir productos locales, artesanales, hechos con amor y paciencia, en lugar de glifosato y plástico, puede ser un comienzo. Como dice el proverbio africano: "la Tierra no es una herencia de nuestros padres; es un préstamo de nuestros nietos."
-Ayudar a quien está en apuros. Si ves algo, haz algo. No te pido que instales un comedor solidario en una zona marginal (aunque te agradecería si lo puedes hacer) o que luches codo a codo con las víctimas de la desidia del Estado, solo que prestes atención a la sociedad que tienes alrededor. Hay personas que necesitan que hagas buenas acciones pero no se animan a pedírtelo. Puede ser ayudar a una persona mayor en sus tareas cotidianas, quedarte hablando con un indigente o dar parte de tu tiempo para colaborar en el barrio. Todo sirve y se agradece de corazón.
Voy a añadir una de yapa: -Cultiva tu intelecto. Lee libros, revisa fanzines, habla con extraños, investiga sobre aquello que te inquieta. Sal a la calle, viste con retales y baila con la mirada de los normales, que no son ellos quienes están en tus zapatos sino tú mismo el que conoce tu propia identidad y es capaz de cambiar de carril en la mitad de la carrera, si es que eso te anima a llegar a la meta.
La maquinaria capitalista nos quita lo más importante que tenemos como personas: el tiempo y la afectividad. Medita sobre tus acciones, piensa qué puedes hacer hoy para que otro ser sea feliz, disfruta del ambiente que te rodea y haz tu mejor esfuerzo para que podamos escucharnos unas a otros, privilegiando el diálogo y el entendimiento antes que la violencia. Pero si nos atacan, lamento decir que la violencia en ocasiones es necesaria para decirle al mundo que existimos. Preguntale a las sufragistas, a las queers de Stonewall o a los maquis si no sirvió para algo su lucha.
Ser antisistema tal vez es dudar de todo, sentir curiosidad por descubrir si aquello que se esconde detrás de las palabras no era consecuencia de una opresión desmedida que siempre estuvo ahí pero nadie hizo nada por cambiar. Es despreciar a aquel que humilla, que sentencia, que se burla del dolor ajeno porque no sabe comprenderlo. Es enseñar desde la humildad las lecciones que nos sirvieron para hermanarnos, para construir un castillo cuando sólo se veían piedras. Saber que quizás no vayamos a ver cómo crece el árbol, pero que nuestras semillas recogerán los frutos de la lucha actual.
Lo opuesto a la guerra no es la paz, sino la creación.
Dedicado a John Carlin y el diario Clarín