Estoy totalmente de acuerdo con vos, anónimo II, el posteo pasado se fue al recarajo por culpa de un par de inadaptados que no entendieron muy bien una simple consigna.
No voy a decir nada más en su contra, ya saben que acá no son bienvenidos (vos sí seguí comentando, emh, cada vez me gusta más leerte).
Vuelvo al tema, como presagié en la entrada pasada.
Esta vez voy a contar una anécdota que me ocurrió por vivir en la ciudad de Buenos Aires y en ninguna otra, el día de ayer sin ir más lejos.
Me desperté 7:30, desayuné y salí a las 8:25 de mi casa para ir a la materia "Vocal I" que se dicta en mi facultad a las 9:20 hs. La misma queda en Paraná al 600, a dos cuadras de la estación de subte D Tribunales, siendo esta la manera más fácil y rápida de llegar.
Cuando llego a la estación de Congreso de Tucumán, veo un cartel que dice que el subte llegará hasta la estación Pueyrredón porque está con reformas, y sumado a eso está el ya habitual cartel que dice que está con demora. Para variar, había un amontonamiento de personas en el andén esperando por el subte, las cuales se subieron a la par que yo, dejándome apenas un pequeño espacio entre vagón y vagón (en la parte que parece un acordeón gigante) para acomodarme y tener aire para respirar.
Es lamentablemente común que el subte se quede un ratito en cada estación, pero no es común que estando atestado de gente tarde más de 5 minutos reloj en cerrar sus puertas e ir de una a otra. En el medio del placentero viaje pude escuchar una conversación por celular de una señorita que parecía optimista (o macabramente resignada) hablando con una amiga a la cual le decía que desde la mañana temprano, calculo que será desde la apertura de la línea de ese día, se presentaban los mismos problemas.
Para cuando estabamos en la estación Bulnes (dos antes de Pueyrredón) me pudrí y me bajé porque no aguanté más el estaticismo de la línea, aparte de que ya eran las 9:30 y estaba llegando tarde a mis estudios. Pedí un certificado en Metrovías y subí a Santa Fé para tomarme el 68 (el otro medio de transporte que va desde mi casa hasta la facu). El mismo no tardó en venir, pero el problema fue que hasta que llegó a la estación Agüero tardó 20 minutos, debido al intenso tráfico que se embuda en la avenida. Me bajé para tomarme un taxi (ÚLTIMO RECURSO!) y como vi a todos ocupados me fui puteando a tomarme el 68 del otro lado, para volver a mi hogar.
O sea, sintetizando: NO PUDE LLEGAR A MI FACULTAD por culpa de un salame que no tuvo mejor idea que cortar el subte D un día de semana y encima en hora pico. Claro, ese no es el único pelotudo que hay por ahí, también está el queso que le da la órden y el pan que lo autoriza y asi es como los pebetes que deciden si yo puedo viajar tal día o no, nos dejan a los usuarios calientes al punto de tostarnos casi a diario por el pésimo servicio del transporte público.
Si el Estado me trata así, realmente debería cagarme en el Estado, no?
Si hay cosas que me sacan de quicio entre ellas está el hecho de no poder hacer mi vida en paz porque otros, que no me dan órdenes directas, me lo impiden.
Espero que este sea un ejemplo de lo mal que andan los servicios de transporte público en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, asi cuando quieran, pueden votarlo para presidente a este niño rico mimado tan infame como su historia familiar lo indica.
No sé cuándo va a ser mi próximo posteo porque estoy a full con mil millones de cosas, pero les pido por favor coherencia en lo que ponen, no me insulten porque si porque yo no quiero promover eso, aparte de que saben que soy sensible y me ofende,
Nos vemos, ABEL