Vivimos rodeados de pobreza. Uno la siente a cada momento, a cada paso que da. Encendiendo la radio, cambiando de canal, abriendo el diario, mirando por la ventana; no hace falta salir a la calle para verlo. Estamos pasando por una etapa en que la humanidad escupe sus últimos progresos y sus últimas alegrías. No quiero pensar que el siglo XXI es la mayor decadencia de la historia de la humanidad.
Somos testigos de la sofocación total de la creatividad. La repetición y la idiotez ya no nos sorprenden, es más, nos entretienen con eso.
Somos capaces de burlar a la Muerte. Burlarla y tenerla de amiga. Jugar a la ruleta rusa con nuestras mentes y nuestros corazones. Estamos tan toxificados que no sentimos nada en realidad. Cuando alcanzamos una meta, sólo vemos su holograma y su fantasma, sabemos que tenemos que seguir subiendo esa infinita escalera a la nada para llegar y decir, por fin, entre sollozos: "Tengo en mis manos aquello que me quitó el sueño, el tiempo...y la vida". Y caer. Y caer y nunca más despertar.
Más específicamente en la C.A.B.A. el tiempo parece ser algo que nunca alcanza y nunca está para cuando se terminan de hacer las cosas. Todo era para ayer, todo era necesario que se hiciera en el momento que acaba de pasar. Ya nos ahorcó nuestro Rolex, Paddle watch o aquella pulsera con la imágen del Gauchito Gil. Debemos extraernos de esa realidad tan gris e incípida.
Ya no captamos al otro, no lo sentimos como del mismo lugar que nosotros. No tenemos tacto por lo ajeno o por lo que el otro quiera. Desconocemos torpemente todo lo que vaya más allá de nuestra superficie cutánea.
Tropezamos con cada pieza que la Naturaleza deja tirada, en lugar de recogerla y ponerla en su lugar. Escupimos al suelo y después culpamos al otro de la polución verborrágica.
Nos dejamos guiar por obviedades y por estereotipos de futuro que están tan cristalizados que las arañas ya tuvieron nietos ahí.
"Cuando el mundo pierda toda gracia/cuando mi enemigo sea yo/cuando me apuñalen por la espalda/y no reconozca ni mi voz..."
Lo que escribí hoy no va dedicado a nadie, sólo a mi. No quiero ni ver al costado porque mi jinete se enojaría si me salgo de la pista. Espero algún día terminar con todo esto, para poder disfrutar en paz y no sentirme ni mal ni apurado ni decepcionado por la vida.
Quiero desangrar mis palabras hasta que el último mililitro haya tocado el suelo.
Vomité todo esto hoy porque hice una catarsis con mi vida, no porque me sienta así todos los días. Prometo que va a ser la entrada más negra de todas las que escriba...espero no romper esa promesa.
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