Ahora se va a poner interesante la Historia. Por fin tenemos la oportunidad de actuar, de demostrar de lo que estamos hech@s. Desde el 9 de Noviembre el mundo se sacudió por una noticia que le dio pánico hasta al más derechoso: la victoria de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos va a dar inicio a una nueva etapa que much@s de nosotr@s esperábamos: el Gran Cambio.
Este resultado electoral es en parte una sorpresa porque es tan ridículo pensar que, como he leído en un comentario en internet, "los estadounidenses prefieren elegir a un machista, racista y xenófobo antes que una mujer para presidir su país"; pero por otra parte era un poco obvio, aunque haya sido por un ajustado margen, ya que en casi toda América Latina en las últimas elecciones presidenciales ganó la derecha (por poco o por mucho, pero ganó).
Se están acabando las presidencias populistas que piensan en el Pueblo para dar paso a aquellas que piensan en las empresas. Se está terminando la idea de que era el Pueblo el que gobernaba (bah, o eso te hacían creer), para ser más transparentes en la idea de que el rico es el que manda (sí, lo dije bien, en masculino) y que hay que aguantarse la que venga. Basta de democracias que te hacen creer que tenías voz y voto; ahora estás condenad@ a lo que diga TU mandatario, TU representante, TU nuevo jefe de Estado. [...Y después la gente me toma como un loco por creer en el anarquismo y el cooperativismo partiendo desde la educación. Jódanse, YO NO LO VOTÉ.]
Volviendo a Yankilandia (hoy más que nunca), Jolibud va a cambiar su fisionomía para hacer una reversión de Rocky IV con otro nombre, con otro enemigo menos ruso y más chino, sabiendo la que se le viene.
Pero por otro lado me alegra ver que Estados Unidos se está convirtiendo a nivel social en lo que fue la crisis del 2001 en Argentina: quilombo, incertidumbre, descontento con lo elegido "democráticamente", PIQUETES!!!, marchas, caos. (¿desconfianza en los bancos tal vez? ¿o es mucho pedir?).
Preparémonos para la época en que "el decir es malo, el silencio es salud", "la mujer tiene demasiados privilegios", "si es negro es malo", "ahora vas a ver lo que es el orden", "que vuelva el servicio militar obligatorio", "escritura obligatoria con la mano derecha", "los americanos somos derechos y humanos" y otras gansadas que se dijeron alguna vez o se vivieron en nuestro país. De todos modos hay que recordar que ell@s vienen de más de 240 años de democracia ininterrumpida y nosotros apenas 33, como muchos países latinoamericanos. Ell@s no la necesitan, pueden dictatorarse a sí mism@s.
¿Por qué digo esto y hago las comparaciones, si El Tipo está a más de 9 mil kilómetros de distancia? Porque lamentablemente todavía está esa idea pelotuda de "los de arriba", cuando en realidad están allá y nosotr@s, como siempre, en el culo del mundo.
Ojo, no digo que sea algo negativo el lugar geográfico que nos tocó: acá no hay guerras, el racismo apenas si se ve, no hay conflictos internacionales aunque haya imbéciles que discriminan a otros países del Mercasur, es imposible que se haga una pared para dividir fronteras porque no tiene el menor sentido, no hay sobrepoblación, y, por ende, la esclavitud es poca (¿cómo, hay todavía? Sí, hay). No sé por qué miramos para afuera si incluso el anarquismo de acá dice "ni Dios ni amo" pero no dice "ni patria", o sea que para la mayoría de l@s anarquistas locales, en l@s que me incluyo, el sentimiento de pertenencia a la patria argentina sigue estando, más allá de su ideología extremista. [¿Por qué puede ser esto? Porque el anarquismo surgió en Francia a fines del Siglo XIX y se contagió enormemente en España e Italia y de ahí a otros lugares, pero en Europa las distancias son muy cortas entre países, por lo que hablar de fronteras es aún más ridículo que acá, que tenemos 5500 km de distancia de una punta a la otra del territorio nacional.]
Espero solemnemente que nos empecemos a dar cuenta colectivamente de la desgracia que es para nuestra cultura la "estadounidización" de nuestra forma de pensar: desde yogurts, jugos y jugos en polvo, gaseosas, comidas, restaurantes, golosinas, shampús y cremas de enjuague, afeitadoras, pastas de dientes, detergentes, jabones y jabones en polvo, toallitas femeninas, desodorantes, condimentos, puré de tomate, cubitos de sopa, pilas, bebidas enriquecidas en minerales, comida para perros, gel con eucalipto, miles de PELÍCULAS, maneras de ir al cine y series, palabras, productos de tecnología, internet y páginas web, traducciones de libros o series que son de Europa o Asia, MÚSICA, etc, etc, etc. Sé que me estoy olvidando de nombrar un montón de cosas, pero me estoy deprimiendo bastante cuando lo leo, así que prefiero dejarlo ahí.
Sé que el tarado que tenemos como Presidente no va a leer ni entender lo que pongo acá, pero por lo menos dejo constancia de que hay gente que lo piensa.
¿Qué relación tiene todo lo que estoy diciendo con el título de la entrada? Con que estamos cerca de una nueva Hecatombe mundial, a 100 años de vivir la Primer Gran Guerra, pero ahora somos 60 millones de muertos más vivos que el siglo pasado y más atentos a las consecuencias de una, dos o cientas de guerras innecesarias.
Será cuestión de esperar el momento exacto, ESA oportunidad, para que los que realmente somos actores del futuro nos afirmemos en serlo. Estoy expectante por ese día desde que nací.
De paso, y fuera de programa, digo que esta va a ser mi última entrada desde Mendoza, viviendo en esta hermosa ciudad que me dio tanto en todo este año. Y el último siendo novio de J. S. Kraus: Gracias por ser tan amable conmigo y ser mi tan querida compañera de aventuras en estos últimos meses, voy a extrañar muchas cosas de vos y de nuestra relación, pero ya es tiempo de seguir. En serio, gracias.
En la próxima entrada, que haré desde Jujuy seguramente, y la última del año, haré un balance de mi año mendocino y de lo que fue vivir en esta ciudad y todo lo que aprendí (bah, "todo" es mucho, digamos que "parte de" lo que aprendí, sino tendría que ponerme a pensar demasiado en ese absolutismo).
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