Este diría que fue uno de los grandes descubrimientos que se me dio en mi vida, derribando mitos que pensaba desde chico. Creo que no me pasa sólo a mí, sino que a muchas personas más, teniendo en cuenta que no se visibiliza de la misma manera la salud física que la mental aunque ambas tienen iguales relevancias en el funcionamiento del cuerpo humano.
Damos por sentado que todas las personas tienen un desarrollo "normal" de su bienestar mental pero a medida que te adentrás en la vida adulta ves que no es así, que de hecho la gran mayoría de las personas tienen algún trastorno que debería tratarse con profesionales. Ya sea referido a la depresión, la bipolaridad, la abulia y el desgano, el espectro autista, retrasos madurativos, trastornos de ansiedad, TOCs, desórdenes alimenticios, hiperactividad, problemas en la capacidad de empatía y dilemas sociales, o un larguísimo etcétera que estoy seguro que mientras leés esto vas pensando en algún familiar o amig@ que padece o te ha comentado conflictos referidos a alguno de estos temas.
Tan común como tener una mutación genética o algún accidente que te haya invalidado una parte del cuerpo para realizar alguna actividad es que se tiene alguna condición mental, aunque sea de manera leve. El problema reside en que las imágenes de "cuerpos perfectos" que muestra la televisión y las series en general en pocas ocasiones transmiten con naturalidad que se pueda tener un conflicto desde el plano mental. Y por eso considero que es algo de lo que me compete hablar, siendo que se está dejando de lado una parte fundamental de la construcción del personaje (¿hace cuánto no citaba a Stanislavsky?) que se trata del conflicto interno, tanto así como su relación con l@s otr@s (conflicto con un otro) y con el medio que l@ rodea (conflicto con el entorno). Me surgió hablar de esto ahora porque estoy trabajando el tema a diario, sumado a que estoy viendo la tercera temporada de "Sex Education" y me causa gracia que trataron de poner todos los conflictos posibles en una sola serie, de una manera exagerada, pero dando a entender de que todas las personas tienen algún padecimiento o alguna condición no-normativa en la sociedad y que no debería ser eso lo que resalta de cada un@.
Me llama cada vez más la atención poder adentrarme en las familias con las que trabajo y descubrir todo lo que les sucedió para que lleguen al punto en el que están, a la vez que trato de salvar las cagadas que derivaron de un año de encierro. Más allá de las muertes, lo cual es obviamente un punto muy doloroso, lo peor que nos dejó la pandemia fue la desnudez que nos dejó a nivel de salud mental y la fragilidad con que quedaron algunas personas, siendo que en ocasiones les destrozó la psiquis el hecho de estar casi un año encerrad@s. Acá es donde puedo compararlo con una guerra, por las consecuencias catastróficas que nos dejó aunque más que nada dentro de nuestras cabezas y nos mostró que más allá de lo que comunicamos al mundo, seguimos siendo prisioner@s de nuestro lóbulo frontal desarrollado, con una sensación de encierro que puede que nos persiga en un futuro, aunque con la "tranquilidad" de que ese dolor es compartido por otras 7 mil millones de personas en el resto del mundo.
Hablando desde un plano más personal, me tomó muchos años comprender que las vidas que yo veía a diario no se correspondían con lo que pasaba en la televisión desde la sanidad mental. Y más años todavía poder comprender lo que me pasa adentro de mi mente (lo cual sigue siendo una incógnita en ocasiones), dándome cuenta de los errores que cometí y cometo porque no comprendo ciertos aspectos que para otras personas son evidentes; en mi caso son las convenciones sociales y las relaciones sentimentales lo que más me cuesta y lo que sé que tengo que trabajar para no lastimarme o lastimar a otr@s. Muchas veces no le encuentro sentido a percepciones que veo en otras personas como el miedo al fracaso o el "tacto" para hablar de ciertos temas, o el temor a ofender a otr@s cuando se habla. Sé que esta va a ser mi condena porque es un riesgo que tomo en cada paso que doy, pero no vine al mundo a caer bien sino a decir lo que pienso y transformarlo en un espacio más apacible para que las generaciones futuras puedan vivir mejor.
Ya adentrándome en la etapa de la vida que me toca transitar y por la experiencia que me dieron los años, pude ver que en la convivencia diaria se desnudan muchos aspectos que en otras ocasiones o para algunas personas pueden resultar insoportables (por eso trato de espantar a las personas diciéndoles que es una tortura vivir conmigo, aunque yo sé que no es así) que tienen relación directa con el pasado y presente de la persona y lo que nos hace más humanos, cuando estamos despojad@s de las máscaras que nos obliga a ponernos la sociedad. Y lo digo sabiendo que serían pocas las personas con las cuales podría convivir de aquí en más, siendo una de ellas de la que estoy enamorado hace tantísimos años y la cual acepto conociendo sus condiciones mentales y todo lo que sufrió (y sufre) por consecuencia de no ser "normal" o porque las personas a su alrededor la lastimaron por no darle un espacio de desarrollo para su capacidad, más allá de lo que mostrara por fuera.
También planteándome con más fuerza el rol de la paternidad que puede que tarde unos cuantos años más en aparecer pero que voy estudiando como si fuera una tesis de vida que voy a rendir cuando me sienta preparado para hacerlo.
Esto era lo que quería decir y comunicar desde este lugar, ya más cómodo que en otras ocasiones y a pocos meses de asentarme definitivamente en un departamento donde pueda desensillar todo lo que fui acumulando en los últimos casi ocho años de vida, sumado a lo que había vivido antes de eso. Es mucha información para asimilar, mucho material para ordenar, y muchos libros por (re)leer para tener todo como quiero, aunque en constante dinamismo.
Espero que este posteo haya dejado más preguntas que respuestas y que sea el puntapié para poder hablar de lo que nos pasa por dentro, siendo que por suerte el mundo se va abriendo cada vez más a aceptar que no somos personas iguales y que la sanidad mental es una utopía por alcanzar, siendo más coherente buscar un equilibrio de fuerzas internas más que una falsa perfección de fantasía.