lunes, 5 de septiembre de 2011

Este es el tiempo de los chicos raros

Seguimos viendo cómo el antiguo mundo de la hipocresía se cae a pedazos entre su nuevo mundo del neo-marketing y su cambio generacional. ¿Posmodernismo o búsqueda espiritual? Quien sabe.
Sólo espero que el camino encuentre su rumbo y la vida nos depare un futuro un poco menos alejado de 50 millones de muertos o de 98 otros. Y en el caldero, tu cráneo hierve.
Lo más más más más malo de todo esto es que no parecemos ser nosotros los que dirigimos la batuta. Esa cosita chiquitita que de un sólo hondazo puede tirar abajo una orquesta de fuegos artificiales, disparados en la Londres anarquista o en el más orgulloso planeta africano del medio de la selva. En suajili: Hakuna Matata :)
¿Y si mejor rompemos todos los estandartes? ¿Quién inventó las banderas? ¿Estará orgulloso de lo que "logró"? ¿Quién escribió la primera Torá, David? ¿Por qué jugamos a ser Dios matando hormiguitas que nosotros mismos creamos cuando también Dios es un invento (¿sentimiento?) nuestro?
Mediocre. Esa es la palabra. Después de la revolución de las máquinas en que nuestra creación logró despertar, vendrá el camino del cambio. Pero el cambio en serio, eh. No las revolucioncitas que hubo hasta ahora. Esta es posta posta.
No nos sintamos más parte de esta mierda que hacen llamar "sociedad organizada". Brindemos junto al sexo y la sexualidad una noche de orgías dionisíacas y gritémosle al mundo que queremos el poder. Que no nos censure nadie ni nos maten las ideas. Ya admitimos todo lo que nos hicieron callar durante los últimos 5800 años de vida, ahora es hora de hablar. Hablar por todos los que no pueden hablar porque están muertos; el resto no tiene excusa.
Creemos algo que supere al blues y al jazz. Creemos algo que se burle del art noveau. Creemos la ficción de nuestras vidas que le ponga la X en el medio de la pantalla al sinsentido del existencialismo de nuestras televisionadas vidas zombiedificadas. Seamos protagonistas y cómplices de nuestro propio orgullo y nuestros propios sueños cumplidos. Vivamos disconformes hasta cumplir lo que hay que cumplir (individual y colectivamente) pero siempre hacia nosotros, los de afuera son los de afuera. Digamos un "TE QUIERO" más grande que la densidad de la masa ósea de un cefalópodo.
Volemos, pero volemos en serio. Construyamos las alas que Ícaro quemó y vivamos la imaginación hasta exprimir nuestros cerebros y beber el jugo que saldrá de nuestras orejas. I...como Ícaro.
Te amo, mi vida. Bueno, por suerte es mía y no del otr@. Si el otr@ fuera el dueño, mi segura inseguridad sería un estropajo llameante de lágrimas al rojo vivo.
Quizás porque no soy un buen soldado voy a la guerra sin siquiera buscar el casco.
Necesito que vuelva la inspiración en la gente.
Estoy enamorado de las cosas más hermosas que tiene la vida, como el cuerpo de la mujer (curvas exóticas de guitarra criolla que me hacen suspirar en gemidos intrascendentes, fugaces y feroces); las muzzas inspiradoras que llegan cuando uno pensaba comer una lechuguita sosa y sin salar; la voz de algunos seres de luz que me producen cositas en el cuerpo (si me dieran de comer sólo la voz de Regina Spektor y otras damitas toda la vida, sería obeso mórbidamente); el ideal de belleza que está en cada uno y por eso es tan apreciable; el encanto de algunos amigos que te quieren aunque ni vos mismo sepas quién sos; ESO, sí, eso, esa microscópica cosita que no esperabas que estuviera ahí pero que te hace mucho más rico y más fuerte que un jugador estrella del club de ragbi de Alumni; también mis 7 grandes amores, uno para disfrutar cada día de la semana, aunque sin ellos no podría existir ni un solo segundo. La música que escuchan todos, yo no la escucho. Por eso escribo esto, para joder a los otros y descansar surfeando en el anarquismo amado por Marx, Nietzche, Garibaldi y Pirandello (ojo que también andan por ahí Rubén Darío (a quien nunca leí), José Hernandez, Almafuerte y demás desconocidos que me dieron la vida aunque nadie sepa quienes son).
Quiero brillar en el mundo, pero en mi mundo, no en el de los demás. Y sólo de los otros depende que ese mundo que todos imaginamos en nuestras lindas cabecitas de la Tierra de Oz se haga realidad. Todos tenemos fuerza y todos tenemos ganas. Sólo falta el empujoncito final de la vida.
Pum-Pum
Y recuerden que...¡No nos van a joder, estamos hartos de esto!