martes, 20 de abril de 2021

Me preocupan más las pirañas

 No ando con ganas de escribir últimamente, eso es una realidad.
Estoy terminando la maquetación de "Pedagogía Incendiaria", con lo que mis fuerzas para la escritura están puestas en redondear todo lo que queda por terminar para que el libro pueda salir a la venta, lo cual será en las próximas semanas afortunadamente. Sé que cuando el libro empiece a comercializarse va a haber un giro en mi porvenir y espero que genere el cambio que estoy esperando lograr. Que explote en todos lados, que provoque y que incomode. Espero que lo prohíban en otros países e incluso en España misma, dado que ese sería el mejor logro que puede tener: decirle en la cara a los gobiernos del mundo que están cercenando la educación de l@s más jóvenes.

Me queda poco tiempo en este territorio antes de que mi vida cambie para siempre. Cerrar un ciclo, completar un recorrido personal muy enriquecedor pero agotador desde lo mental y físico. Sé que hablo como si fuera una odisea épica y que no estoy teniendo en cuenta mis privilegios y todas las condiciones que me permitieron viajar y salir a conocer el mundo, después de hacer lo propio por la Argentina, pero es mi vida y sólo mía. Hago lo posible por ayudar a l@s demás, por dejar un mensaje de entendimiento y respeto por los lugares que voy visitando y haciendo lo que pueda por mejorar la calidad de vida de las personas que me voy cruzando. Ya pasé los 30 y la paciencia para agradar a otr@s cada vez la tengo con menos frecuencia. ¿Te ofende lo que digo? Perfecto. Mi vida no gira alrededor de tí, Bart. No puedo callarme lo que siento y pienso, sino este blog, mi agenda diaria, mis libretas y mis mails no tendrían sentido. La vida es finita, muy reducida y escueta. No es para siempre, ya pasé esa etapa. Ahora veo los soldados caídos al costado del camino y me protejo con el paraguas que me aportan l@s m-patriarcas de la familia. Aunque a veces la lógica no siga ese juego.

Descubrí que estoy con una ansiedad fatigosa que me molesta muchísimo, propia de estar trabado a nivel burocrático y no poder trabajar de lo que me formé por motivos que no comprendo, siendo que en España no consideran mi experiencia ni mis estudios como motivo suficiente para insertarme laboralmente. Esto lo pienso ahondar mejor cuando hable de mi paso por Barcelona, lo cual haré en unos meses. Ni siquiera es para meterme a trabajar en lo que amo porque de eso estoy lejos; a unos 11000 km para ser exactos. Es cuestión de resistir, aguantar los trapos de la desidia y pensar en que el futuro será mejor, porque yo sé que así será. También en mis pensamientos recurrentes está la idea de que cuando tenga éxito con mi libro, recién ahí me ofrezcan un trabajo en escuelas catalanas, por lo que les responderé lo mismo que Enrique Santos Discépolo a sus amigos cuando se dieron cuenta que se habían equivocado al discriminarlo por su posición política: ¿y ahora me lo venís a decir? ¿dónde estabas cuando realmente lo necesitaba?

Me llaman de la otra parte del globo, donde me aprecian por ser como soy y porque propongo ideas para mejorar el futuro de la humanidad, compartiendo espacios y momentos con personas afines. Sé que hay muchísimo que mejorar, pero teniendo uno o varios trabajos estables es todo mucho más fácil.
Mientras tanto navego por las calles de la ciudad-puerto, a veces naufragando y en ocasiones llegando a destino, sintiéndome una piraña que huele las billeteras desangrantes con cuentas bancarias sedientas de solidaridad para que las personas con Alzheimer tengan un mejor futuro y no sean olvidad@s por la sociedad. Es mi trabajo temporal, lo que me da de comer pero también me hace bien porque es una labor dedicada a una buena causa, una acción directa para cambiar el mundo, con la transparencia que sólo puede tener una empresa local. ¿Y por qué no se hacen cargo l@s polític@s de esto en lugar de jugar al gato y el ratón? Porque su hipocresía y su falta de empatía pueden más que el ayudar a otr@s y por eso debemos recaer en la bondad ciudadana para salir adelante.

Como nos pasa siempre, que no es la gente en la cima de la pirámide económica la que mira para abajo sino l@s de abajo somos l@s que miramos a los costados para tender puentes y lazos para crecer en conjunto.  Somos much@s trabajando para ver detrás de la cortina, cuando dicen que nos hacen un bien pero que nos está destruyendo para su beneficio personal. Son los discursos pomposos y la patética burocracia las que nos impide progresar porque no les conviene que sea así. Nos prefieren ignorantes, sedad@s y abúlic@s, sin quejarnos de lo que nos pasa, segmentad@s y vigilándonos mutuamente cuando el problema real nos pasa por el costado. Pero lo que no se dan cuenta es que estamos más hermanad@s que nunca y eso les duele porque tiemblan ante nuestro paso. Es la solidaridad la que dará el paso al futuro. Y cuando nos liberen de las ataduras temporales, no nos va a quedar otra más que comernos al mundo en grupo, con la fuerza de nuestra organización horizontal.
Sino, le sería imposible a una sola piraña comerse a una vaca en un minuto.