sábado, 13 de abril de 2019

Se educa a androides con miedo a imaginar

¡Volví! Pude encontrar un momento para volver a escribir en estas páginas.
Sepan disculpar que no había tenido tiempo anteriormente para sentarme a redactar, pero estuve escribiendo muchísimo en una libreta para una de las escuelas y visitando familiares y amistades de mi abuela que desconocía hasta ahora (aparte de haber visto recién en estos días que puedo utilizar computadoras gratis en la Universidad de Haifa :P). Estoy recorriendo gran cantidad de lugares y aprendiendo sobre cómo es vivir en este país, con una cultura distinta, una forma de relacionarse bastante distante de lo que conocía hasta ahora y sobre la verdadera cara del país semita, con sus pros y contras (seguramente ese sea el tema de mi próximo posteo).
Mi estadía en Israel es bastante placentera, haciendo pasantías tanto en un lugar de ensueño como en otro sitio que me enseñó bastante sobre cómo NO hacer las cosas en educación.
La entrada del día de la fecha (la primera que hago afuera del país) será, como no podía ser de otra manera, sobre este tema que tanto me alegra la existencia por estar dedicándole mi vida.
Quería comenzar planteando que lo que escribo acá no es solo para que lo lean unas pocas personas sino también para que quede como testimonio para analizar en el futuro. Mis documentaciones sobre la educación escolar buscan modificar notablemente la forma que tienen las personas de acercarse a los sujetos de aprendizaje, sin necesidad de juzgarl@s y entendiendo que para que un aprendizaje sea significativo se debe analizar la cosmovisión abordada desde el punto de vista de la persona receptiva (o receptiva-activa, si se quiere un término más preciso).
Perdonen que escriba con este nivel de academicismo y elocuencia, pero ya estoy en un nivel que no puedo hablar con palabras simples: cada vocablo tiene un significado particular y no es casual. Continúo.
Por lo que puedo concluir de lo observado en las escuelas donde ejercí mi profesión docente hasta ahora (un poco mas de cuatro años de experiencia en cuatro provincias argentinas y un país de medio oriente), es que no siempre se tiene en cuenta el punto de vista del/la alumn@ al momento de presentar un tema nuevo para enseñar: en la mayoría de los casos sigue manteniéndose una relación vertical en cuanto al abordaje del conocimiento. Es necesario, en lugar de tirarle la pelota al/la otr@, reflexionar sobre nuestra labor como docentes enseñantes y escuchar más lo que proponen l@s estudiantes. Se que no es fácil porque hay que prestar mucha atención y en clases de 30, 35 o hasta 40 personas con sobrada energía vital es una utopía mantener la calma y escuchar lo que proponen, pero tengo la esperanza de que existe un método para dejarse permear por lo que l@s discentes traen al aula. [Tomo este concepto de una frase que leí de Phillip Meirieu sobre un profesor que vio que un alumno suyo estaba muy interesado en el consumo de marihuana y el reggae, por lo que le propuso, en lugar de victimizarlo y censurarlo, que investigase sobre Etiopía y la religión Rastafari, con resultados óptimos que incluso mejoraron su atención en clase e interés en la escuela.]
¿Qué pasaría si como docentes nos proponemos comenzar y finalizar cada clase con un diálogo sobre las necesidades que más emergen de la mente de l@s alumn@s? ¿Cuál sería el resultado?
Reitero que no es fácil y que no se puede lograr ni todos los días ni con todos los grupos por igual, pero se puede intentar implementar algún método para que ir a la escuela no sea una tortura sino un momento de socialización (tarea crucial que yo creo que tiene la escuela); de aprendizaje-aprehensivo y de construcción ciudadana.
(Entiendo que la palabra "método", para l@s que no son de teatro y la relacionan con Stanislavski, puede verse como cientificista o dogmática,pero la utilizo como ejemplo simplemente. Mi idea jamás sería imponer una forma de enseñanza única e inequívoca porque cada docente maneja la tarea a su manera y "cada maestr@ con su librito", con todas las libertades que nos permiten las prácticas educativas.)
Lo que si me gustaría aclarar es que por lo que pude ver hasta ahora, hay muchas funciones de la enseñanza escolar que no se están pudiendo concretar y "la culpa" (estigma religioso) no es ni de los celulares ni de los medios de comunicación, sino de cómo se aborda al sujeto en la tarea áulica. Que las nuevas tecnologías estén dentro de las paredes de la escuela ya es inevitable y es de cabeza dura tratar de quitarlas porque es, hoy en día, imposible; lo que se puede intentar es conocer mas sobre el tema y que sean l@s propi@s alumn@s quienes nos enseñen cómo se utilizan, así nosotr@s no quedamos afuera del mundo contemporáneo.
¿Qué quiere decir esto que escribo de manera tan contraria a lo que decía hace algunos años en estas mismas páginas? Que no siempre la utilización de recursos nuevos es estrictamente negativa, si tenemos en cuenta que una de nuestras funciones como docentes es que los sujetos de aprendizaje puedan apropiarse del conocimiento y forme parte de ell@s para poder elaborar su propio recorrido en la vida y la formación (constante) de su identidad.

Muchas cosas tienen que cambiar en términos de educación escolar y poco tienen que ver con la falta de presupuesto, como mucha gente puede llegar a pensar, sino con la apertura mental que tienen l@s docentes y directiv@s a la hora de escuchar lo que surge de las clases por parte de l@s educand@s (esto incluye, también, por ejemplo, el lenguaje inclusivo y las batallas feministas).
Puede parecer una parajoda que escriba esto desde Israel con el objetivo final de modificar la educación argentina, pero pude conocer experiencias que me demuestran que tanto las escuelas de acá como de Europa, Estados Unidos u otros países "primermundistas" (termino tomado de la proximidad a la guerra fría y hoy utilizado para discriminar socio-económicamente) es bastante similar y tiene falencias muy parecidas.
Estos años que me estoy tomando para experimentar nuevos métodos educativos en distintos países y obtener nuevas herramientas para la modificación del Sistema, son parte de lo que estoy luchando cotidianamente y la huella que quiero dejar en el futuro. Yo no soy un docente más ni me planteo ser solo docente de una sola materia toda la vida; mi objetivo es que las generaciones emergentes puedan vivir con la mayor libertad posible y se sientan partícipes activ@s de la sociedad, donde sus ideas puedan ser escuchadas y sea el pueblo quien gobierne y decida sobre lo que quiere hacer sin que nadie le imponga dogmatismos.
Ah, sobre la cuestión de dar clase solo de una materia vale aclarar que desde que llegue a este país solo di una clase (bastante forzada) de teatro, y el resto de mis cursos son de las materias "español". "Argentina" y "Anime", con poca relación a la hermosa bibliografía teatral que estudié con mucho placer en mis años de Andamio. Tal vez la enseñanza de teatro no sea lo que más me gusta hacer, lo cual me parecía lo lógico teniendo en cuenta que fue y es mi pasión desde el 2007, y tal vez tenga que seguir descubriéndome a mi mismo sobre cuál es mi lugar en la escuela, pero lo que puedo asegurar es que amo estar frente a un grupo y charlar con pre y adolescentes sobre sus vivencias y enseñar desde lo que ell@s proponen.

Pido por favor a mis colegas que escuchen lo que propongo y que tengan en cuenta muchísimo más a l@s alumn@s que están con ansias de aprender más que a lo que dice un Diseño Curricular impuesto por un grupo de adultos que jamás dieron clase o tuvieron contacto con ese sujeto que tiene sus propios intereses, sus propios cuestionamientos y su propia identidad.
Es un camino muy largo y muy complejo si se hace con afecto, y es poco probable que sea vean las consecuencias a corto plazo. Pero la satisfacción de saber que tanto l@s niñ@s, adolescentes y adultos que tenemos enfrente confían en nosotr@s debería ser motivo suficiente para estar agradecid@s por dedicarnos a esta profesión.

Como palabras finales me gustaría de nuevo pedir disculpas por la forma de redactar: tenía muchas ganas de hablar así y no tuve la oportunidad hasta ahora de decírmelo a mi mismo.
Por otro lado, si conocen a algún/a colega que no entienda lo último que planteé, le sugeriría que deje este trabajo para las personas que realmente quieren dar clase. Ni los insultos, ni las amenazas, ni la censura, ni la estigmatización, ni la burla negativa, ni la discriminación, ni el machismo son herramientas que deban tener lugar en la escuela o en cualquier instancia educativa. En cualquier caso, si tiene dudas, que hable conmigo por las redes sociales, yo estaría encantado de hablar pacientemente con esa persona para que cambie su manera de aproximarse a la tarea áulica.

Ah, ¿por qué sigo escribiendo en castellano? Porque es mucho más fácil para mí y porque me gusta tener esa posibilidad, considerando que me la paso todo el día hablando en inglés o en hebreo.
Espero sus respuestas y gracias por seguir ahí después de tantos años.