lunes, 31 de diciembre de 2012

Ante un mundo absurdo cuerdo lleno de locos

Otra entrada más, la última del año 2012.
Hace exactamente 8 años morían progresivamente 194 pibes y sucesivamente algunos padres por el dolor que eso les provocó. "Reality is just a fucked up dream." No voy a decir nada más. El silencio sobra en este caso. No hay que hacer "memoria" o "justicia" porque eso no va a devolverle la vida a esos chicos ni la felicidad a los otros 2000 que la perdieron traumados ese día en Cromagnon; yo creo que más bien se debería analizar seriamente a nivel institucional, a nivel gubernamental y a nivel jerárquico QUÉ CARAJO NOS PASA COMO SOCIEDAD PARA QUE ESTO SUCEDA!!! No puede ser que sigamos muriendo, nosotros, los jóvenes, y a nadie le importe.
Propongo charlas en escuelas, seminarios sobre concientización del uso de la pirotecnia, reuniones con gente especializada en primeros auxilios y cómo hacer RCP, pero sobre todo quiero que alguien me explique alguna vez qué carajo pasó. Por qué nos morimos ahí y después lo minimizan. "Bah, 194 personas. ¿Vos sabés lo que son 30000? En la dictadura no se podía hablar, no se podía decir nada, no se podía..." ahora mismo no puedo pensar en eso, hay algo que me está urgiendo y se llama empatía. O si vos querés verlo de otra manera, compasión.
Yo no estuve ahí. Yo no participé de ninguna marcha por justicia. Yo ni siquiera conocí de manera tan cercana a alguien que haya estado ese día en Jean Jaures. No necesito que me toquen el orto para darme cuenta que las cosas andan mal. Esto me tocó en primer plano porque afecta a mi generación, a mis conocidos o a los chicos que veía en la escuela todos los días. Yo estaba pasando a tercer año ese 30 de diciembre y hablando por msn con una amiga. Ella me estaba comentando que había habido un incendio en un boliche, donde tocaba callejeros y había ido un amigo de ella, conocido mío. No parecía tan grave la cosa hasta que prendí la televisión y vi la tortura que era para todos estar ahí. Por suerte, el chico se salvó y volvió sano y salvo a su casa. Otros no corrieron esa suerte.
Ahora leo que dije que no iba a decir nada más. Perdón, me cebé, pero necesitaba sacármelo de adentro.

Año de mierda para todos. El que me diga lo contrario, la verdad que lo felicito.
Esta es la última entrada que voy a hacer en diciembre desde mi casa de ahora. El año que viene espero no vivir más en Buenos Aires y alejarme lo más que pueda de esta ciudad infestada de bichos enfermos.
Poca gente es la que rescato con entusiasmo y ganas de vivir la vida (vivirla pensándola y reflexionando, no dejándola pasar).
En la Argentina encontraré gente de verdad, espero.
Y alguien que me pueda generar tantos cambios internos como me genera hasta el día de hoy Alfonsina Mishtó (obvio que no voy a usar su nombre real, no soy tan estúpido).
O quizás el tiempo cambie y transforme a la humanidad. Y los bárbaros no sean los porteños sino algún día, las personas tranquilas del interior. Qué se yo. Lo lindo es que no tengo la menor idea de nada.
Ni siquiera sé para qué escribo acá si esto no lo lee nadie.

O para qué me gasto en ser un romaticozo ridículo cuando lo que garpa para levantar minas no es expresar lo que uno siente sino tener un cuerpo ejercitado/giimnasiado y ganas de decirle que le vas a romper el orto.
Ya no está de moda ser cortés y epistolar. Ahora HAY QUE ser bruto y superficial.
Que alguien me contradiga por favor.
Igual me satisface saber que mi vieja cree que estoy loco, que estoy enfermo, que estoy pirado, que tengo una actitud de mierda, que tengo problemas sociales, que soy un vago que no quiere laburar, que soy un paria social. Ella es porteña. Yo no. Yo soy un argentino nacido por error en Buenos Aires.

Me voy. Adiós, año molesto. Hola, momentos de cambios bruscos y crisis constantes.