miércoles, 30 de diciembre de 2020

Fantasmas de la República

 ¿Cómo se puede pensar en ser alguien después de sobrevivir esa tragedia?
¿Cómo ser capaz de salir adelante cuando el dolor tapa tus heridas y te impide seguir?
¿Quién te ayuda a sanar por dentro?
El dolor no sana más, es la responsabilidad de estar vivo cuando otros no y la carga de llevar una piedra atada cuando se quiere caminar.
Avanzar a paso firme en brasas encendidas.
Mirar para el frente cuando es suficiente callar y entender que nada de lo que sucedió tiene ni tuvo sentido.
Olvidar un futuro que nunca existió, una pesadilla que no va a terminar más y el reencuentro con personas que jamás van a volver a pisar esta Tierra.
No hay duelo más grande que el de la pérdida de un ser querido y más lastima cuando esa ida no es esperada.
Cuando se suponía que iban a ir a un recital, que iban a salir a divertirse.
Como todos los días.
Porque no está en la agenda de fin de año el agradecer por seguir vivo y en el balance se da por sentado que lo negativo son nimiedades, no decisiones de vida o muerte.
No tiene sentido pasar año nuevo escupiendo humo negro que sale de los pulmones, sin recordar qué fue lo que pasó y quién te salvó la vida.
No hace falta pedirle perdón a las VÍCTIMAS de una de las peores masacres de la historia argentina que se llevó la vida de más de 200 personas. Porque ese dolor no se arregla con plata.
Porque la vida de esos pibes y pibas no va a volver.
Porque las familias nunca van a encontrar consuelo.
Porque nadie esperaba ir a morir al ir a ver a su banda favorita.
Porque una noche la fiesta se vistió de luto y el rock barrial se cubrió de un manto negro que no se pudo quitar nunca.
Porque la corrupción, la desidia y la negligencia tuvieron nuevas caras que disfrazaron de inocencia la impunidad que nos dolió como sociedad.
Porque no fue un accidente.
Porque NOS pudo pasar a cualquiera.
Porque no podemos olvidarnos de ellas y ellos.
Porque la sociedad argentina no puede olvidar que ahí, en ese local, en ese lugar, en ese sitio, perecieron los sueños de las personas que tenían un futuro por delante, toda una vida que se apagó ese día, con varios de ellos muriendo como héroes anónimos de una tragedia evitable, manipulada por los medios (cuándo no) para que se culpara a pibes de 15 años en promedio.
Porque todavía nos avergonzamos de quiénes somos y de qué hacemos cuando salimos y no nos damos cuenta que ese día puede ser nuestro final.
Porque Cromañón no se puede volver a repetir.
Porque la huella sigue ahí. Y los pibes van a seguir gritando y agitando en una noche eterna de alegría y fraternidad, de amistades y banderas, de sueños e ilusiones. De Rocanroles Sin Destino.

Hacía mucho que no escribía poesía por acá y se los debía. Compuse ese texto después de ver el completísimo video que hizo Damián Kuc en su canal con mucho respeto y consideración por lo sucedido. (Paradójico que uno de los mejores periodistas investigativos del país sea un pibe que hizo seis meses de carrera nada más y tenga más idea y sea mucho mejor que otr@s que vienen trabajando hace varios años en ese medio.)
No es la primera vez que hablo del tema y realmente me acongoja bastante cuando recuerdo que me podía haber pasado a mí o a cualquiera de mis amig@s. Por eso considero que tenemos el deber de dejar una huella positiva en el mundo por la responsabilidad que es el simple hecho de estar viv@s cuando otr@s no pudieron contar la historia después de ese 30 de Diciembre de 2004. No sé si eso será lo correcto, pero es lo que considero.
Como dije en otras ocasiones, yo no estuve en Cromañón ni pensaba en ir, pero tenía 15 años y estaba empezando a salir de noche a lugares que superaban ampliamente la capacidad máxima y en los cuales no se veían ni las salidas de emergencia ni los matafuegos en condiciones. También tuve un compañero del curso de la secundaria que es un sobreviviente y una muy buena amiga que también estuvo presente y salvó su vida de milagro. Por ell@s y por todas las personas que pudieron salir adelante después de pasar el peor momento de sus vidas es que yo escribo lo que escribo y lo recuerdo para que no se vuelva a repetir.
Me quiero comprometer a luchar porque sea un tema de conversación obligatorio en las escuelas para concientizar a la población futura y sepan l@s adolescentes que tienen que observar ciertas pautas de higiene y prevención cuando salen de noche. Porque pasó en Argentina y porque marcó a mi generación, devastando los sueños de muchas personas.


Desde hoy, el 30 de Diciembre será recordado de otra manera, con mucha alegría, mucho orgullo feminista, banderas verdes y una marea de gente celebrando que el país se aproxima un poco más a la igualdad de derechos para varones, mujeres y personas no-binarias. Sigue habiendo mucho que pelear, que discutir, que convencer a viejos dinosaurios, con un mundo que sí se puede cambiar.
Pero no podemos olvidar que en paralelo es un día de reflexión obligado no sólo porque es fin de año, sino porque una masacre se robó las vidas de chicas y chicos que sólo iban a divertirse, sin darse cuenta que iba a ser el último día de sus vidas allá hace 16 años, cuando recién nos recuperábamos de la crisis del 2001.

Abrazo simbólicamente a todas las personas que el día de hoy festejan porque fue un logro que se dio después de mucho esfuerzo y mucho dolor, muchas chicas y mujeres muertas en clandestinidad y muchas pibas que se enfrentaban a una sociedad patriarcal para decirle en la cara "nos están matando con la indiferencia" hasta que por fin se pudo aprobar esta ley, que no obliga a nadie a abortar (como puede suponer algún/a imbécil) pero sí obliga al Estado a dejar que la mujer decida por su propio cuerpo. Algo que parece tan básico, pero que todavía discutimos en el Siglo XXI. Vaya patetismo.
Me parece bueno aclarar algo que me quedó picando en la cabeza cuando escuchaba a algun@s Senador@s Pro-Vida. Por una pésima interpretación de lectura, esta gente dijo algo que no es cierto. En la Convención de los Derechos del Niño de 1989 cita textualmente en el Artículo 1: "se entiende por niño todo ser humano DESDE SU NACIMIENTO hasta los 18 años de edad, salvo que haya alcanzado antes la mayoría de edad." En ninguna parte dice "desde la concepción" sino que, por el contrario, aclara que es desde el momento en que la persona nace que se la considera "niño" (ante la ley, por supuesto). Ese dogmatismo religioso es abominable sabiendo que están anteponiendo sus creencias religiosas por sobre los derechos internacionales, los cuales son las leyes más importantes que se deben seguir en nuestro país (al revés que en otros). El Estado argentino tiene esa doble moral constante entre ser laico y religioso que suma a la ciclotimia propia que se vive en el país. Por eso nadie afuera de territorio nacional nos entiende. Y a veces creo que está bien que así sea. Porque ni nosotr@s nos podemos poner de acuerdo.
Ahora que ya avanzamos con los pañuelos verdes, es momento de empezar a ondear los pañuelos naranjas, para que la religión, de una buena vez, deje de meterse en los asuntos que corresponden al pueblo.

Por el otro lado, en la otra cara de la moneda, quiero abrazar afectuosamente a todas las personas que tuvieron familiares, amig@s o conocid@s que fueron esa noche al boliche de la calle Jean Jaures. Fuerza y mucho amor para esas personas.

No tengo más que decir por ahora. Ya dije suficiente este año y mi blog me sirvió de catalizador para sobrevivir mentalmente en la pandemia.
En la próxima entrada cerraré una nueva etapa de mi viaje hablando por segunda vez de Manchester y mechándolo con sensaciones que me dejó este año tan extraño. Pero para eso necesito algunos días para separarme de esto y reflexionar.
Les deseo un feliz año nuevo, reflexión, contención y alegría porque el mundo nos necesita unid@s y en buen estado para transformar las bases de la sociedad para convertir a este en un mejor lugar.

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